Se entiende como natural aquello que se produce de forma espontánea, no forzada, por el normal transcurrir de la naturaleza. Y esto guarda estrecha relación con una de las máximas de la Fundación Cent Anys del Levante UD. Esa que reza que “el deporte no es más que una excusa”.
La Fundación lleva acogiendo desde hace más de diez años un importante número de deportistas con algún tipo de diversidad funcional, y el objetivo perseguido con la oferta de las diferentes secciones de deporte adaptado ha ido siempre mucho más allá del meramente deportivo.

Más allá del evidente beneficio físico y mental que produce la práctica deportiva en cualquier persona, el impacto que esta tiene sobre los y las deportistas de las diferentes escuelas que conforman la Fundación les ha brindado una oportunidad de crecimiento y desarrollo personal muy difícil de conseguir por otros medios.
De ahí la referencia al deporte como empoderador natural de las personas con diversidad funcional.

El hecho de que la Fundación cuente con un elevado número de profesionales con amplia formación influye en gran medida a que este desarrollo personal se maximice.

Pero esto no sería posible sin las puertas que abre el deporte por su propia naturaleza, al suponer una oferta de actividades sanas, activas, divertidas y en contacto con otras personas. Personas que, en muchos casos, suelen tener bastantes intereses, necesidades y condiciones en común.
Si algo es evidente es que, para la gran mayoría de usuarios y usuarias de la Fundación, los entrenamientos son uno de los momentos favoritos de la semana, y que la participación en campeonatos supone unos de los eventos del año. Que la convocatoria para uno de ellos es, quizás, una de las ilusiones más importantes que pueden tener. Y aquí se encuentra la clave de la cuestión. La motivación.

Si el deporte motiva, la persona se esfuerza por aprender a llegar al campo de entrenamiento. No sea que no le puedan ayudar y no pueda ir. Si el deporte motiva, la persona pone empeño en prepararse bien la mochila. No sea que no pueda ir equipado al igual que todos los compañeros y compañeras. Si el deporte motiva, la persona se preocupa en mantener una buena relación con el resto del equipo. No sea que por no respetarles no le convoquen para el campeonato que tanto ansía jugar. Si el deporte motiva, a la persona no le duele tanto mantener una dieta saludable durante la preparación o la competición. No sea que luego en el partido no rinda por no haberse alimentado como le han recomendado los entrenadores y entrenadoras.
En definitiva, la simple oferta deportiva para las personas con diversidad funcional ya supone la apertura de un mundo de oportunidades a nivel del desarrollo de habilidades de autonomía personal y sociales, que aporta una mejora indudable de su calidad de vida. A partir de esta premisa, el deporte tiene un potencial empoderador que, desde la Fundación, siempre se ha entendido como prioritario. Muy por encima de los resultados deportivos.